Hablemos del amor, del verdadero amor, del real e irreal al mismo tiempo. Creo en que existe el amor que puede curar, que puede salvar, que puede cambiar a las personas. El amor es una de las pocas cosas que nunca cambiaron desde el comienzo de la existencia. Cambiaron las formas de expresarlo, las palabras, los regalos, la música, pero el amor en sí siempre fue el mismo. Creo en que hay personas destinadas a otras, aunque no siempre se concrete. Creo en el amor más allá de la muerte, en el amor que vuelve a unir dos almas enamoradas en otra vida, en una nueva vida, en nuevos cuerpos. Creo en que el amor es infinito, en que es blanco o negro, hay amor o no hay. Creo en que el amor causa las peores heridas, las peores de todas. Y a veces luego de una gran herida, tratas de olvidar aunque te da miedo que ya nunca más lo puedas recordar tan bien, pero no queres recordarlo para siempre porque duele. Duele tanto tanto el alma que te supera, te traspasa y te duele el cuerpo. Y considero valientes a aquellos que logran cicatrizar luego de una dramática herida que se mantuvo abierta.
No hay amor más puro, pleno y más intenso que el que te traspasa el alma, el que te supera, el que te eleva. No hay amor más real que el que te cambia, que el que te cura, e incluso que el que te logra enfermar. Y no hay amor más fiel y más seguro que el eterno, el que continua más allá del tiempo, de la distancia, y de cualquier tipo de problema. El amor más fuerte es el que sobrevive cuando todo ya esta agotado. No creo, o mejor dicho, no puedo encontrarme en el amor que requiere que cambies, que se implanta sobre el otro. Tampoco creo en el casamiento como forma de concretar el amor.
Creo en el amor como herramienta de cambio, como motor de la lucha, como remedio del dolor. Creo que para darte cuenta de que es amor, tenes que sentirte completo.
"Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos". -Rayuela, Cortazar.