El agua es el elemento de la emoción, de las sensaciones y
percepciones, del amor, de la sensibilidad, del inconsciente. Antes me ahogaba,
ahora puedo nadar o intentarlo. Trato de dejarme llevar por alguna corriente
hasta la calma del mar de nuevo. Si trato de volar me cuesta, me duele, ya no
puedo como antes. El agua ahora sana mis heridas, y mucho más en cuanto más
profundo llego. Todo esta a flor de piel. De a poco me animo un tramo más, y más al fondo. Pero cada vez
veo menos, esta oscuro y frío… no siento la misma contención de antes, es
distinta. La presión del agua me empuja el pecho y me hunde más, casi a la
fuerza. Yo me convenzo de ser valiente y voy. Y siento. Siento todo y a todos.
Nada da igual, cada emoción ocupa un buen espacio, espacios que alquilan por
tiempo indefinido. Segundos, días, semanas. Me dejo llevar, disfruto, exploro
el mundo submarino completamente nuevo para mí. Me dejo ablandar y acompaño el movimiento del agua. Y solo ahí, solo en el fondo oscuro y frío del mar, lloro.
Nadie me ve, nadie escucha y solo soy yo. Y está bien. Solo ahí, puedo sanar,
solo ahí entiendo todo. En el agua todo se comparte, todo se ablanda y se
diluye, todo se expande, nada puede retenerse.
Tomo impulso y me disparo a la superficie otra vez. Miro el cielo, el sol y respiro. Estoy fresca. Y
desde ese lugar puedo hacer todo, ver el horizonte y elegir si volver a
hundirme o volver a volar.